No hay duda de que entre
2008-2009, el sistema capitalista en Europa y los Estados Unidos sufrió
un duro golpe que sacudió los cimientos de su sistema financiero y
amenazó con la quiebra de sus principales sectores.
Sin embargo, voy a argumentar que la crisis del capitalismo se convirtió en unacrisis del trabajo.
El capital financiero, el detonador de la crisis, se recuperó, la clase
capitalista ha salido reforzada, y lo más importante es que se
aprovecha de las nuevas condiciones políticas, sociales e ideológicas
creadas como consecuencia de la crisis para consolidar aún más su
dominio y explotación sobre el resto de la sociedad.
En otras palabras, la
crisis del capital se ha convertido en una ventaja estratégica para
promover los interés del capital: ampliación de beneficios,
consolidación de la dominación capitalista, mayor concentración de la
propiedad, profundización de las desigualdades entre el capital y mano
de obra y la creación de enormes reservas de mano de obra para aumentar
aún más sus ganancias.
Además, la noción de una
crisis global homogénea del capitalismo pasa por alto diferencias
profundas en rendimiento y condiciones, entre países, clases, y grupos
de edad.
Tesis de las crisis globales: argumentos sociales y económicos
Los defensores de las
crisis globales argumentan que a partir de 2007, y continuando hasta hoy
en día, se ha producido un colapso del sistema capitalista mundial y
que la recuperación es un espejismo. Dicen que el estancamiento y la
recesión continúa en América del Norte y en la zona euro. Ofrecen datos
del PIB, señalando que el crecimiento es nulo o con un saldo negativo.
Su argumento lo respaldan con las cifras del desempleo, que se ha
doblado en estas regiones. Con frecuencia corrigen los datos oficiales,
que subestiman el porcentaje de desempleados excluyendo a los empleados a
tiempo parcial y los desempleados de larga duración, y otros.
Fortalecen el argumento de la crisis citando a los millones de personas
que han visto sus viviendas de nuevo en manos de los bancos, por el
incremento del nivel de pobreza, precariedad en el trabajo, reducción de
salarios y la eliminación o reducción de los servicios sociales. Las
crisis también se asocia con el incremento de medianas y pequeñas
empresas y de bancos regionales.
Crisis globales: pérdida de legitimidad
Los críticos,
especialmente en la prensa financiera, hablan de una “crisis de
legitimidad del capitalismo” citando encuestas que muestran una mayor y
creciente desigualdad, de las reglas impuestas por los bancos, que se
aprovechan de su tamaño (“demasiado grandes para quebrar”), atacando las
arcas públicas a expensas de los programas sociales.
En resumen, los
defensores de la tesis de la “crisis del Capitalismo Global” se agarran a
estos datos, demostrando los efectos destructivos profundos y
generalizados del sistema capitalista en la vida de la gran mayoría de
la humanidad.
El problema es que una
crisis de la humanidad (más concretamente de los trabajadores
asalariados y de los salarios) no es lo mismo que una crisis del sistema
capitalista. De hecho, como vamos a sostener a continuación – una
creciente adversidad social, disminución de ingresos y el empleo – han
sido los factores principales facilitar una recuperación rápida y un
aumento de los márgenes de ganancia de las corporaciones.
Por otra parte, la tesis
de una crisis del capitalismo hace una amalgama muy dispar de economías,
países, clases y grupos de edad, con actuaciones marcadamente
divergentes en diferentes momentos históricos.
¿Crisis globales o desigualdades y desarrollo desigual?
Disparidades regionales:
Es absolutamente absurdo argumentar en favor de una “crisis global”
cuando varias de las principales economías no han sufrido recesión
alguna. Incluso durante los peores años para el euro y la economía
estadounidense, los gigantes asiáticos crecieron a un promedio del 8%
anual. Las economías de América latina, sobre todos los principales
países exportadores (Brasil, Argentina y Chile), con mercados
diversificados, especialmente en Asia, experimentaron un breve
estancamiento (en 2009) antes de iniciar de nuevo un rápido crecimiento (
desde el 3% al 7%) en 2010-2012.
Agregando los datos
económicos de la zona Euro en su conjunto, los defensores de la crisis
global, pasan por alto las enormes disparidades dentro de la zona.
Mientras que el sur de Europa se sumerge en una profunda depresión
sostenida a pesar de las medidas tomadas desde 2008, las exportaciones
alemanas, en 2011, alcanzaron un récord de un billón de euros; su
superávit comercial llegó a los 158 mil millones de euros, después de un
superávit de 155 mil millones de euros en 2010. (BBC News, 8 de febrero
de 2012).
Mientras que el desempleo
total en la zona euro alcanza un 10,4%, las diferencias internas
desafían cualquier noción de una “crisis global”. El desempleo en
Holanda es del 4,9%, 4,1% en Austria y el 5,5% en Alemania, reclamando
mano de obra calificada en sectores clave de crecimiento. Por otro lado,
en el sur de Europa el desempleo llega a njveles de depresión: Grecia
21%, España 22,9%, Irlanda 14,5%, y Portugal un 13,6% (FT 1/19/12, p.7).
En otras palabras, “la crisis” no afecta negativamente a algunas
economías, que de hecho sacan ganancia de su dominio de mercado y
solidez financiera sobre países dependientes, deudores y económicamente
más atrasados. Hablar de una ‘crisis global’ obscurece las relaciones
dominantes y de explotación fundamentales que facilitan ‘la
recuperación’ y el crecimiento de los sistemas económicos de la elite y
contra sus competidores y estados cliente. Los teóricos de las crisis
globales además mezclan incorrectamente la crisis financiera
especulativa (Estados Unidos y el Reino Unido) con sistemas económicos
de exportación muy dinámicos (Alemania, China).
Diferencias entre los grupos de edad: El
segundo problema con la tesis de una “crisis global” es que se pasan
por alto las profundas diferencias internas entre los grupos de edad. En
varios países europeos, el desempleo juvenil (16-25) se extiende entre
el 30 al 50% (España 48,7%, Grecia 47,2%, Eslovaquia 35,6%, Italia 31%,
Portugal 30,8% e Irlanda del 29%), mientras que en Alemania, Austria y
Holanda el desempleo juvenil alcanza en Alemania un 7,8%, 8,2% en
Austria y en los Países Bajos un 8.6% (Financial Times (FT) 2/1/12, p2).
Solidaridad y acción: Estas
diferencias explican por qué no hay un movimiento mundial de jóvenes
indignados y de ocupación. Unas diferencias tan grandes entre la
juventud no son propicias para la solidaridad ‘internacional’. La
concentración de las altas cifras de desempleo juvenil explican el
desarrollo desigual de las protestas en la calle, centradas
especialmente en el sur de Europa. También se explica por qué el
movimiento de “antiglobalización” de Europa y América del Norte es
principalmente un foro inerte que atrae pontificación académica sobre
las “crisis del capitalismo global” y la impotencia de los “foros
sociales” para atraer a millones de jóvenes desempleados del sur de
Europa. Responden mejor a la acción directa.
Los teóricos de la
Globalización pasan por alto el modo específico en que se explotan a la
masa de jóvenes desempleados en los países endeudados. Ignoran la manera
específica en que se rigen y son reprimidos por los partidos
capitalistas de centro-izquierda y de derecha. El contraste es más
evidente en este invierno de 2012. Los trabajadores griegos se ven
presionados a aceptar un recorte del 20% en los salarios mínimos,
mientras que en Alemania los trabajadores están exigiendo un aumento del
6%.
Si las ‘crisis’ del
capitalismo se manifiesta en regiones específicas, también afecta a
diferentes edades y sectores de la clase de los asalariados. Las tasas
de desempleo de los jóvenes con respecto a los trabajadores de más edad
varía enormemente: en Italia es de 3,5/1, Grecia 2,5/1, Portugal 2.3/1,
España 2.1/1 y Bélgica 2,9/1, en Alemania es de 1,5/1 (FT 01/02/12). En
otras palabras, debido a los altos niveles de desempleo entre los
jóvenes, están más predispuestos a la acción directa “contra el
sistema”, mientras que los trabajadores de más edad con mayores niveles
de empleo (y subsidios de paro) han mostrado una mayor propensión en
confiar en las urnas y tomar parte en huelgas limitadas y el pago de
cuestiones conexas. La gran concentración de desempleados entre los
trabajadores jóvenes significa que van a formar parte de una acción
sostenida; pero también significa que sólo pueden lograr una limitada
unidad de acción con los obreros de más edad, que sólo tienen niveles de
paro de un dígito.
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